Taste in Men

Las vacaciones de Navidad habían pasado tan deprisa que le daba la sensación de que ayer mismo estaba empaquetando sus cosas para volver a casa. Sus tíos lo habían recibido como si fuera su propio hijo, como siempre, dándole un cariño infinito que él intentaba devolver honrando a su familia. Esa era la razón principal por la cual se había presentado al Torneo, aunque no sabía si él sería el más indicado para salir como campeón de la escuela. Lo peor de las vacaciones es que se las había pasado pensando en Nathan, incluso cuando intentaba resistirse. Quería centrar su atención en su familia, en hacerlos felices, ayudarlos con la decoración navideña y esas cosas, pero su mente siempre volaba hasta la sala común, donde se habían despedido. Durante aquellos días había pensado en pedirle que acudiera con él al baile, pero entonces llegó aquella lechuza que decía que para incentivar la relación internacional, les enviaban pulseras para emparejarlos al azar. Aquello le parecía en extremo ridículo, lo último que quería era acabar con alguien como Lovett.

Finalmente llegó el día. Apenas había podido ver a Nathan, y tenía uans ganas tremendas de verlo por fin. No lo encontró en el dormitorio cuando todos se estaban vistiendo. Su tía le había mandado hacer un traje a medida que Julius consideraba algo caro, pero ella no paraba de repetirle que la ocasión merecía un traje como aquel. Era una túnica de gala de color azul noche con broches de color bronce oscuro, elegante y masculina. Cuando vio a uno de sus compañeros echarse perfume en las muñecas, gruñó con desdén y salió de su habitación con la estúpida pulsera.

De camino al hall encontró a mucha gente conocida a la que saludó secamente con la cabeza. Esperaba que ningún idiota fuera a entablar conversación con él, no estaba muy de humor. La gente se reunía a las puertas del Gran Comedor, algunos ya con sus parejas asignadas parecían muy contentos y supuso que el método de selección no había sido al azar, sino que tendrían que haber tenido en cuenta ciertas cosas. Sólo esperó que ninguna chica se le acercara demasiado. Estaba pensando en esto cuando divisó a Nathan a lo lejos. No pudo evitar sonreír y echó a andar hacia él, pero entonces una chica de unos quince años se plantó frente a él, preguntándole si él se había presentado a campeón de Hogwarts y ofreciéndose a ser su pareja. Era justo lo que menos necesitaba en ese momento.