Lo que no debió haber sucedido [+18]
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Lo que no debió haber sucedido [+18]
Baile de año nuevo, el mayor dolor de cabeza que podía encontrar. No era que no le gustaba divertirse, bailar y estar rodeado de amigos, pero era sabido que desde hacía un tiempo hasta la fecha que Dragomir no hacía otra cosa que no fuera evitar a todos. No era común en él, o bueno, quizás si, pero no al punto de ir a desayunar cuando ya no había nadie o cenar de última porque no quería estar rodeado de nadie ¿Había un motivo para que un chico como él actuara así? Si, uno que consideraba el fin de su vida como la conocía: Dragomir era homosexual, lo sabía, lo entendía pero no lo aceptaba como hubiese deseado. Su familia esperaba mucho de él –casarse, tener hijo, herederos, una buena esposa, ser un esposo perfecto y un hijo ejemplar- pero en ninguna parte de esa lista (que apenas si eso era el principio) estaba ser homosexual.
Para ser Hamilton, y no ser Slytherin ya era algo así como considerarlo un pecado capital familiar o su variante más cercana. Ya de por si ser Gryffindor para sus progenitores era una deshonra ¿Cuánto más ser Hufflepuff? ¿Y que pasaba si a todo eso se le sumaba que era homosexual? Prefería cortarse el brazo derecho con una cuchara que reconocer esa parte de su vida;
No, no podía dejar que su estadía en el colegio fuera aún peor de lo que ya era. Dado que era demasiado incómodo recibir al menos un vociferador al mes recalcándole la deshonra que era para la familia, y que esperaban, que por lo menos, tuviera la decencia de tener las mejores notas del curso (cosa que no era así) para volver a casa al final del año. SI, no había una gran necesidad de qué la presión sobre los hombros del pequeño Hamilton era demasiada para que una persona de su edad lo soportara.
Y ahora, si se le sumaba que su madre (tan caritativa, como pocas veces), le había arreglado una cita para el baile ¿Qué tan bajo había llegado? Aún creía que podía empeorar, y lo comprobaría perfectamente en el baile mismo. Había salido de su sala común con un traje de esos que la mayoría de los hombres llevarían (capa negra, bordada con plata;
el escudo de su familia;
camisa blanca y un corbatín negro) en búsqueda de su “cita”, la cual era una muchacha de sexto de Ravenclaw, que por lo poco que la había conocido, era la última persona que Dragomir hubiera elegido como compañía del baile. Pero su familia había hablado, el solo debía obedecer. Incluso había sugerido que si podía ir con su mejor amiga, con Ashley, pero poco faltó para que lo quisieran colgar en la hoguera o llevarlo a una guillotina.
Llegó al lugar sintiéndose un cachorro en exhibición, donde la chica que le acompañaba estaba encantada de presumirlo, como si fuera la joya más valiosa en el mundo. Sí, se sentía patético, humillado y si alguna vez había tenido algo de dignidad, la acababa de perder tranquilamente. Pero peor que ser paseado y mostrado como un mero trofeo, estaba el hecho de que aquella chica no para de coquetear con cuanto hombre se le cruzara por delante… y sin importar que el desgraciado de Dragomir la estuviera viendo. Al final, decidió que no era más que una tontería todo esto (y sin siquiera prestar atención a la ceremonia, a los campeones e incluso pasando por delante de medio colegio, casi corrió hacia cualquier lado que no fuera el Gran Comedor. Se sentía asfixiado, ahogado y necesitaba de estar fuera de las miradas acusadoras de las demás personas. Sentía que todos sabían su secreto, que alguien iba a gritarle “Es gay” en la cara y todos a aplaudir y festejar que ya se sabía el secreto.
Estaba mal, demasiado mal. Y para cuando se detuvo a descansar, porque sus piernas no querían seguir funcionando, notó que estaba en las mazmorras;
en algún lugar que no reconocía, pero que no estaba mal para perderse un rato y luego intentar llegar a su sala común y pretender que había pasado una velada magnifica por ahí –ignorando el hecho de que lo habían visto irse cuanto antes del baile- pero era un tecnicismo, luego podría fingir que estaba ocupado con alguna otra cosa y ya estaba. Si, odiaba mentir, pero en lo que iba del ultimo mes para sentirse “aceptado” por su familia, lo había hecho demasiado… sintiéndose una completa y total basura;
seguro eso era lo que se merecía por ser un Hamilton ¿hasta cuando la vida iba a castigarlo?
—¿Quién está ahí?— fue lo que pudo decir al escuchar pasos. Su burbuja de felicidad –la que se había formado al creerse solo- se había roto. Tragó con dificultad, esperando a cualquier matón que saliera o incluso a alguna pareja (lo cual hubiera logrado que estuviese colorado hasta dentro de un mes sin dudarlo);
pero tanta fue su sorpresa al descubrir que el responsable de aquellos ruidos no era otro que su primo, si no el único con el que se hablaba, Venamín. Corrió en su dirección antes de reparar que tenía una botella en su mano. Igual no estaba en mal estado, y por lo que observó el líquido apenas había descendido. Así que había atrapado recién tomando. Sonrió de lado y negó— ¡Venamín Hamitlon!— el dijo divertido, pero con tono serio en el fondo— No debes beber, hace mal… ¡báh! ¿Sabes algo?— y como milagro, o cuestión del destino, o vaya uno a saber qué, tomó aquella botella de las manos de su primo y dio un largo y profundo trago. Sin exagerar había bajado cuarta botella de aquel líquido que al pasar por su garganta sintió que le quemaba— ¡Joder… ¿y esto les gusta?!— Preguntó limpiándose la boca con las manos devolviendo la botella al otro y haciendo un gesto de reprobación con el rostro—. Y yo pensé que beber sería más agradable…— acotó al final con una risa cómplice, mirando a su primo extrañado, como si jamás hubiera reparado en él (no como familiar) sino como hombre.
Para ser Hamilton, y no ser Slytherin ya era algo así como considerarlo un pecado capital familiar o su variante más cercana. Ya de por si ser Gryffindor para sus progenitores era una deshonra ¿Cuánto más ser Hufflepuff? ¿Y que pasaba si a todo eso se le sumaba que era homosexual? Prefería cortarse el brazo derecho con una cuchara que reconocer esa parte de su vida;
No, no podía dejar que su estadía en el colegio fuera aún peor de lo que ya era. Dado que era demasiado incómodo recibir al menos un vociferador al mes recalcándole la deshonra que era para la familia, y que esperaban, que por lo menos, tuviera la decencia de tener las mejores notas del curso (cosa que no era así) para volver a casa al final del año. SI, no había una gran necesidad de qué la presión sobre los hombros del pequeño Hamilton era demasiada para que una persona de su edad lo soportara.
Y ahora, si se le sumaba que su madre (tan caritativa, como pocas veces), le había arreglado una cita para el baile ¿Qué tan bajo había llegado? Aún creía que podía empeorar, y lo comprobaría perfectamente en el baile mismo. Había salido de su sala común con un traje de esos que la mayoría de los hombres llevarían (capa negra, bordada con plata;
el escudo de su familia;
camisa blanca y un corbatín negro) en búsqueda de su “cita”, la cual era una muchacha de sexto de Ravenclaw, que por lo poco que la había conocido, era la última persona que Dragomir hubiera elegido como compañía del baile. Pero su familia había hablado, el solo debía obedecer. Incluso había sugerido que si podía ir con su mejor amiga, con Ashley, pero poco faltó para que lo quisieran colgar en la hoguera o llevarlo a una guillotina.
Llegó al lugar sintiéndose un cachorro en exhibición, donde la chica que le acompañaba estaba encantada de presumirlo, como si fuera la joya más valiosa en el mundo. Sí, se sentía patético, humillado y si alguna vez había tenido algo de dignidad, la acababa de perder tranquilamente. Pero peor que ser paseado y mostrado como un mero trofeo, estaba el hecho de que aquella chica no para de coquetear con cuanto hombre se le cruzara por delante… y sin importar que el desgraciado de Dragomir la estuviera viendo. Al final, decidió que no era más que una tontería todo esto (y sin siquiera prestar atención a la ceremonia, a los campeones e incluso pasando por delante de medio colegio, casi corrió hacia cualquier lado que no fuera el Gran Comedor. Se sentía asfixiado, ahogado y necesitaba de estar fuera de las miradas acusadoras de las demás personas. Sentía que todos sabían su secreto, que alguien iba a gritarle “Es gay” en la cara y todos a aplaudir y festejar que ya se sabía el secreto.
Estaba mal, demasiado mal. Y para cuando se detuvo a descansar, porque sus piernas no querían seguir funcionando, notó que estaba en las mazmorras;
en algún lugar que no reconocía, pero que no estaba mal para perderse un rato y luego intentar llegar a su sala común y pretender que había pasado una velada magnifica por ahí –ignorando el hecho de que lo habían visto irse cuanto antes del baile- pero era un tecnicismo, luego podría fingir que estaba ocupado con alguna otra cosa y ya estaba. Si, odiaba mentir, pero en lo que iba del ultimo mes para sentirse “aceptado” por su familia, lo había hecho demasiado… sintiéndose una completa y total basura;
seguro eso era lo que se merecía por ser un Hamilton ¿hasta cuando la vida iba a castigarlo?
—¿Quién está ahí?— fue lo que pudo decir al escuchar pasos. Su burbuja de felicidad –la que se había formado al creerse solo- se había roto. Tragó con dificultad, esperando a cualquier matón que saliera o incluso a alguna pareja (lo cual hubiera logrado que estuviese colorado hasta dentro de un mes sin dudarlo);
pero tanta fue su sorpresa al descubrir que el responsable de aquellos ruidos no era otro que su primo, si no el único con el que se hablaba, Venamín. Corrió en su dirección antes de reparar que tenía una botella en su mano. Igual no estaba en mal estado, y por lo que observó el líquido apenas había descendido. Así que había atrapado recién tomando. Sonrió de lado y negó— ¡Venamín Hamitlon!— el dijo divertido, pero con tono serio en el fondo— No debes beber, hace mal… ¡báh! ¿Sabes algo?— y como milagro, o cuestión del destino, o vaya uno a saber qué, tomó aquella botella de las manos de su primo y dio un largo y profundo trago. Sin exagerar había bajado cuarta botella de aquel líquido que al pasar por su garganta sintió que le quemaba— ¡Joder… ¿y esto les gusta?!— Preguntó limpiándose la boca con las manos devolviendo la botella al otro y haciendo un gesto de reprobación con el rostro—. Y yo pensé que beber sería más agradable…— acotó al final con una risa cómplice, mirando a su primo extrañado, como si jamás hubiera reparado en él (no como familiar) sino como hombre.
Re: Lo que no debió haber sucedido [+18]
Cerrado. ¬¬
Veniamin Hamilton- 7mo Gryffindor
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Fecha de inscripción : 24/09/2012
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